¡Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino; ya le diste una ya le diste dos, ya le diste tres y tu tiempo se acabó!
Suficiente la duración de la canción de la piñata para que los peques intenten romperla y para que todos tengan turno de golpearla, me parece que la piñata, originaria de China que llegó a Italia por Marco Polo, posteriormente a España y por ende a México, no sólo simboliza con sus 7 picos los pecados capitales ni la tentación con sus colores, podemos usarla como una de las tantas herramientas para educar a nuestros chiquillos, ¿parece ridículo?
El respeto al esperar su turno, a golpear la piñata solo durante la canción y ¿qué tal al «ganar» los dulces sin lastimar a los demás o a los más pequeños? Cada evento nos permite educar con valores a nuestros futuros adultos. Fomentemos el respeto con el ejemplo… con nuestras acciones.
¿Te han tocado adultos lanzándose con desesperación a «ganar» dulces de la piñata infantil? ¿Tú que opinas? ¿Lo gratis mueve? ¿Heridas o necesidades de infancia? Comparte y reflexiona al calor de un cupcake gigante, que te ilumine con esa belleza y estimule tu lado bueno y positivo, tu lado de dar más que recibir.