¡Qué maravilla de platillo! Colorido, delicioso y único, si existe un plato mexicano complicado es este no crees? Esas madres agustinas del Convento de Santa Mónica en Puebla tenían o mucho tiempo libre o ganas realmente de hacer algo muy peculiar.
Estas creativas madres imagino emplearon varias lunas en tomar los chiles poblanos, asarlos, pelarlos, limpiarlos por dentro y fuera, rellenarlos con el picadillo mas exquisito que combina jitomate, cebolla, ajo, frutas de la estación, nueces, almendras, piñones (con razón son tan cotizados!) y diversas especias.
Una vez listos los chiles rellenos son capeados y fritos. Y no para aquí, estos deliciosos chiles rellenos y capeados son bañados con la salsa más maravillosa que has probado en tu vida a base de nueces de castilla frescas (te animas a pelarlas?) que son molidas en molcajete, queso fresco y azúcar, se mezcla con leche y jerez, y en el punto perfecto de consolidación.
Y la cereza del pastel… adornados con rojos granos de granada y hojas de perejil, y al fin tenemos esta obra de arte culinaria que estimula tus sentidos y vale la pena pagar por este manjar mexicano.
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